El valor de lo genuino

El valor de lo genuino

En el mundo de la decoración, muchas veces hemos escuchado la recomendación de que una casa debe representar a quienes viven allí. ¿Pero qué queremos que represente de nosotros?
-
Como sabemos, el arte de la decoración parte de dos supuestos. Por un lado, se encuentra aquello que podemos explicar, entre las modas y las tendencias, tan necesarias y que tanto nos influencian. Pero por otro lado, existe aquello inexplicable, que no sabemos muy bien por qué nos hace elegir lo que elegimos, que tiene que ver con algo interior. Tal vez nos trae algún recuerdo, alguna sensación especial, una emoción. La razón queda entonces unos instantes de lado, para privilegiar el corazón.
-
Más allá de nuestro esfuerzo por dejar bonita nuestra casa, es interesante que haya una búsqueda de conciencia detrás de lo que estamos eligiendo. Encontrar un porqué, una validación interna, que no se consigue en catálogos o revistas extranjeras sino que se concreta en la intimidad.
-
-
La decoración emocional apunta a la vida y no a un estilo determinado; se aleja de las pretensiones, de los cánones fugaces, de lo políticamente correcto. Apunta a imprimirle valor a lo que elegimos, a lo artesanal, a lo simple, a la búsqueda de la naturaleza, bajo el filtro de nuestras más íntimas preferencias.
-
Esto nos aporta una originalidad sin fisuras, porque nace de nuestra historia, tan singular, tan distinta de cualquier otra. Y nos permite reconocernos en ella a través de los elementos que elegimos. Intentar otorgarle un sentido a ese objeto que nos gusta, o descubrir por qué nos vinculamos con él a partir de una sensación, es un ejercicio interesante.
-
Establecer una sintonía emocional con la decoración, una misma frecuencia, vuelve a toda elección algo verdaderamente propio, genuino, absolutamente personal. Y por extensión, no hay margen posible para el error. El éxito está asegurado.
Regresar al blog

Deja un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.